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Hasta en la pobla más callampera se ve cómo uno de los miembros de una pareja arregla a los hijos, naciéndoles fácilmente rubios o blancos si uno de los padres es apenas castaño claro y apenas blancos. Y el Zamorano, ídolo de ídolos, se lo chanta a una rusia cuya hija parece alemana, y les salen, en dos ocasiones, dos aberraciones de las américas aparentemente con más genes para atacar a otros indios jugando a la pelota que para moverse en el círculo farandulero propio de su condición económica y social.