Mi abuela me hacía comida de verdad y no esa mierda chatarra hecha a la rápida.
Era huasa y algo tosca pero una mujer de bien y de esfuerzo que tuvo que pasar por muchas cosas pencas en su vida. La vieja hacía buenas cazuelas con gallina recién sacrificada y guisos, hasta el caldo de huesos le quedaba rico.