>>15604
ya que nadie comparte ninguna weá, como en el 2015 me perdí en una meseta. en mitad de la nada con poca luz, sin gps ni señal de celular, la guinda de la torta fue encontrar un galpón con maquinaria. La huella que seguía para llegar al presunto destino final y salir de allí me llevaba pegado a ese galpón. De pronto 3 perros vigilantes se apersonaron cerca mío. Quedé flanqueado, detrás mío los perros, al lado una pared del galpón, al otro lado unos árboles y delante mío un portón y unas alambradas. El camino seguía más allá pero claramente tendría que encontrar la forma de saltar dicho cerco.
Afortunadamente andaba con herramientas adecuadas para ello, y con un bastón para amedrentar. avancé hasta la reja caminando de espaldas, con la bici delante mío, sosteniendola con un brazo y el otro brazo para usar el bastón en alejar al perro que intentaba flanquearme.
Al llegar a la reja, saqué las ruedas y las pasé por la alambrada, solté la dirección y la metí a la fuerza entre los alambres con una mano mientras con la otra movía aleatoriamente el fierro. cuando les daba mis espaldas a los perros para observar la maniobra de meter la bici por la alambrada, era cuando movía el fierro aleatoriamente para que no se me acercaran. Pasando la reja, los perros siguieron acechándome y continué pegado a la alambrada alejándome, para tener menos zonas por donde ser flanqueado. Me alejé lo suficiente para que perdieran el interés. En la penumbra logré volver a la huella que seguía por sospecha. Luego de 2 horas caminando (con las luz que quedaba era inseguro pedalear), 700 metros de desnivel descendente, una bella laguna de fondo con la luna reflejada en su superficie e inexplicables risas que seguían mis pasos en mitad de la maldita nada, logré llegar a un portón muy alto que tenia una pasada lateral. Unos carteles del mop indicaban que me encontraba en un embalse agrícola. Pude hallar el camino asfaltado en un lugar de puro predios, y seguir pedaleando otros 35 km bajo la luz de los postes para llegar a casa, y a pesar de la ruralidad del recorrido que me quedaba, ningún otro can salió amistosamente a mi encuentro, por fortuna.
Sí, en la historia de miedo lo que da miedo es que un trio de perros brigidos me ataquen en mitad de la nada, no las risas culiás. Esas risas eran como de gente carreteando, con sonidos de copas y conversaciones.... Pero no me topé con ninguna luz de vivienda , ni lejos ni cerca de donde caminé, ni tampoco ví fogatas atribuibles a picnic o a gente compartiendo en el cerro... pero luego de enfrentar a los perros culiaos, no me importaba en lo más mínimo.
>inb4 cool story bro