Esa es la mentira bonita con la que convence a los demás y semi convencen a si mismas, la verdad fea que solo algunas pocas admiten es que les gusta explorar su puterío desde la comodidad y seguridad de su casa, pero no lo admiten porque no quieren admitir también lo sexualizadas que están sus mentes, lo adictas al porno que son, y que los demás vean eso.