Me encantan los inceles, son como el enfermito del curso, el payaso del que todos ser ríen.
Su destino es ser unos niño-hombres, echándole la culpa de todo lo que les pasa a todo el mundo menos a ellos mismos, como unos cabros chicos taimados.
Y a los radicales les espera una muerte penca a puros balazos.
Amo el sufrimiento incel, me da vida y mucha alegría. Aparte son mas autistas que la mierda, cada weón es un papiro de delirios.