Mientras en sus libros Nietzsche nunca para de hablar sobre el matrimonio y de hacer comentarios burlones respecto a las mujeres, en la vida real Nietzsche siempre fracasó con ellas, y el amor de su vida, la poeta Lou Andreas-Salomé, lo rechazó y se fue con Paul Ree. El patético de Nietzsche incluso le ofreció matrimonio en un acto desesperado para que ella no lo dejara por Ree, pero fue en vano. Ella no lo aceptó y a cambio propuso a ambos hombres enamorados unirse en una tríada de producción y trabajo intelectual. Una foto en la que aparecen los tres, con Lou conduciendo el carro, vino a ser una alegoría de este pacto. Según investigaciones de la historia del psicoanálisis, Nietzsche habría incluido en Zaratustra a propósito de este asunto (y precisamente de esta foto que causó gran escándalo) la frase «¿Vas con mujeres? No olvides el látigo». Nietzsche no es ningún pensador que hizo temblar los cimientos del mundo. Es solo un patético perdedor que algunos morros son identidad personal usan para justificar su propia actitud contra el mundo. Por eso se enojan con quienes critican a Nietzsche y hasta nos ven por debajo, como si fuéramos ese "último hombre" que denuncia Zaratustra, mientras ellos vendrían siendo el Übermensch. Nietzsche era el Temach del siglo XIX, el Übermensch era solo el Modo Guerra de esa época: un concepto que se usa para tapar las inseguridades personales con una falsa arrogancia y una ilusoria sensación de estar "por encima" o "desconectado" del "rebaño" o de los "comunes".