En un mundo de transacciones y dinero, te encontré a ti, oh violeta, belleza efímera en la noche eterna, nuestros cuerpos se cruzaron sin poesía ni alma. El gris de tu agujero nunca se manchó, con el blanco de mi miembro, pues nuestros encuentros eran meras transacciones, un intercambio de placer por dinero. Pero a pesar de todo, después de aquellos días, una amistad nació entre nosotros, un lazo que trascendió la piel y el dinero, y que floreció en los días posteriores. Y aunque yo ya estoy muerto, sé que tú fuiste la única, que no se burló de mi tormento, y que me recordarás con una sonrisa. Oh violeta, símbolo de la noche y el placer, gracias por enseñarme que la amistad, es posible incluso después de haber cruzado, los cuerpos sin amor ni verdad. Así es la vida, así son las cosas, un cúmulo de experiencias y aprendizajes, y tú, oh violeta, fuiste mi maestra, en la lección de la amistad después del placer.