>uno debe comprender que OpenAI no es una empresa tecnológica. Al menos, no como otras empresas de la era de internet, como Meta, Google y Microsoft."
>OpenAI fue deliberadamente estructurada para resistir los valores que impulsan gran parte de la industria tecnológica
>la búsqueda incesante de escala, un enfoque de construir primero y hacer preguntas después al lanzar productos de consumo.
>fue fundada en 2015 como una organización sin fines de lucro dedicada a la creación de inteligencia artificial general, o IAG, que debería beneficiar a "la humanidad en su conjunto". (Según la narrativa de la empresa, la IAG sería lo suficientemente avanzada como para superar a cualquier persona en "la mayoría de las tareas económicamente valiosas", justo el tipo de tecnología catastróficamente poderosa que requiere un administrador responsable).
>OpenAI operaría más como un centro de investigación o un grupo de expertos.
>La carta de la empresa afirma sin rodeos que el "deber fiduciario primario de OpenAI es hacia la humanidad", no hacia los inversores ni siquiera hacia los empleados."
>ese modelo no duró exactamente. En 2019, OpenAI lanzó una subsidiaria con un modelo de "ganancia limitada" que podría recaudar dinero, atraer talento de primer nivel e inevitablemente construir productos comerciales.
>pero la junta directiva sin fines de lucro mantenía un control total. Estos detalles corporativos son fundamentales para la historia del ascenso meteórico de OpenAI y la sorprendente caída de Altman.
>el despido de Altman por parte de la junta directiva de OpenAI el viernes fue la culminación de una lucha de poder entre los dos extremos ideológicos de la empresa: un grupo nacido del optimismo tecnológico de Silicon Valley, impulsado por la rápida comercialización; el otro impregnado de temores de que la inteligencia artificial represente un riesgo existencial para la humanidad y debe ser controlada con extrema precaución
>durante años, los dos lados lograron coexistir, con algunos tropiezos en el camino