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Desde el momento en que los niños comienzan su etapa escolar, su forma básica de divertirse siempre involucra competitividad, jugar a la pelota implica un vencedor y un derrotado, jugar a la pinta, a las bolitas, a lo que sea. Las niñas en cambio juegan a cosas donde no hay competitividad, no hay ganador al jugar con muñecas, a la casita, a cocinar cosas con plantas.
Si la competitividad le hace un daño a tu salud mental, tus niveles de testosterona deben estar pero tan en el suelo que deberías ser considerado legalmente como mujer.