Mejor deberías preocuparte por tu propia alma y orgullo, Sebastián. Debe sentirse horrible ser un parásito de tu pareja y su familia, además de depender de su salario y lo que tus suegros decidan qué hacer contigo (si un día deciden echarte cagando de su casa, fuiste nomás, te queda parasitar como una sanguijuela en casas deshabitadas como hacías antes, kek). Tu orgullo de hombre se ha mancillado completamente, puesto que no cumples con el rol que cualquier hombre de bien debería cumplir para vivir con honor: ser proveedor. En serio, preocúpate por tu propia alma, que cada día que pasa se deteriora más y más, al mismo tiempo que tu dignidad (la poca que te queda).