En la cultura flaite la imagen del que roba (y por tanto es choro) difiere mucho del traficante (Perkin y waton) porque en general el que roba viene de una familia al tres y al cuatro que con cuea logró satisfacer las necesidades calóricas de su prole, por lo que el flaite desde chico tiene que rebuscarselas (principalmente choreando porque los que laburan son giles) para consumir unas cuantas calorías extra. Esto, asociado al gasto energético de tener que correr, saltar muros y subirse a techos para cometer delitos o escapar de la escena del crimen, hacen que el flaite prototipico sea físicamente bastante parecido a un gusano cafetero de men in black.
Entonces, como estos weones que cantan son un producto para otros flaites, deben apoderarse de esa estética para generar confianza y simpatía entre sus consumidores objetivo como en el caso de marcianeke o ser literalmente un delincuente ascendido a cantante como sería el caso de jordan 23.