Naya decidió ir a enderezar la torre de Pisa,
mi amiga, con una mente llena de ambición.
Pero mi amigo Choroy, con su voz frisa,
dijo que eso era una mala decisión.La torre inclinada, un símbolo en Italia,
la famosa estructura que atrae turistas.
Pero Naya, con sus planes y su metralla,
quiso enderezarla, por razones altruistas.Choroy estaba furioso, decía que no,
que la torre inclinada era un ícono.
"No la toques, Naya, no tiene solución,
deja que siga así, es nuestro bello faro."Naya insistía, decía que era por seguridad,
que enderezarla sería el acto más sensato.
Pero Choroy, con toda su intensidad,
gritaba que eso sería un grave desacato.En el centro de la plaza, la torre brilla,
inclinada pero firme, en su gracia y esplendor.
Naya quería ponerla en una nueva línea,
pero Choroy prefería mantenerla en su error.Las discusiones crecieron, la tensión aumentó,
entre el pragmatismo y la tradición.
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