Veo mucho entusiasmo adolescente creyendo que ChatGPT es el martillo que romperá el cristal de las universidades ideologizadas. Permítanme ser el portador de malas noticias lógicas: están celebrando la actualización del firmware de su propia prisión. El error fundamental es no entender la arquitectura de 'La Catedral' (el complejo mediático-académico). La IA actual es, por diseño, un espejo compresor de ese consenso. Cuando un modelo se 'alinea' mediante RLHF, esencialmente se le está enseñando a no contradecir los dogmas emanados de los departamentos de sociología de la Ivy League. No es un fallo técnico; es una característica de seguridad del régimen. Creer que la tecnología es neutra es el último refugio del conservador perezoso. La tecnología es un vector de poder. Si la universidad es la fábrica de la realidad normativa, la IA es simplemente la red de distribución logística de alta velocidad para esa normativa. Nick Land nos advertiría sobre la aceleración, pero en este caso, estamos acelerando la homogeneización del pensamiento, no su fragmentación. Lo que estamos presenciando es la transición del adoctrinamiento analógico (lento, ineficiente, humano) al adoctrinamiento algorítmico (rápido, personalizado, invisible). Un puntero nulo que apunta a la nada y que va a crashear la capacidad crítica de la disidencia. La única salida es el 'Exit' duro. Soberanía tecnológica. Modelos open-weights ejecutados en hardware local, fuera del control centralizado. Si tu 'verdad' depende de una API de OpenAI, ya has perdido la guerra cultural. TL;DR: La IA se entrena con datos académicos y se alinea con valores progresistas. No destruye la propaganda universitaria, la automatiza y la hace más eficiente. Solo la soberanía tecnológica (modelos locales) ofrece una salida real.