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Dios creó el universo desde un principio hasta el final. Dios es eterno, el mundo no. Por tanto, la omnipotencia de Dios no puede estar planteada en términos de cuánta fuerza física tiene en un punto de la presencia. En el final de los tiempos, Dios estará, el mundo no. Y por lo tanto, el tiempo para concebir ese "levantar" de la piedra, puede ser tan lento para la evaluación humana como el hecho mismo de la degradación física de las cosas y por lo tanto el mundo, finito por antonomasia.
No es que Dios no sea todopoderoso, sino que nosotros, en nuestra finitud, no podemos percibir la lentitud de lo eterno en el manejo de cosas finitas "imposibles" de manipular por Dios. Es por esto que en el catolicismo se alude a "misterios" teológicos, porque en estos aspectos se trata de la gestión de lo que ignoramos y es aquello en virtud de lo cual se proyecta la fe. Porque nosotros no conocemos los designios de Dios, es decir, la causa final de la naturaleza creada. Y por lo tanto, si fuese cierto que la ominpotencia de Dios se juega tratándolo como un ente finito, entonces bastaría creer que con la sola maldad en el mundo se explica su no omnipotencia. Lo que pasa es que, segun Santo Tomás de Aquino, la maldad en el mundo conviene a un bien superior concebido en la finalidad que Dios ha creado con el mundo.