Cuando alguien, sea quien sea, habla de encomendar los problemas de gobierno a Dios, inmediatamente su opinión queda descartada.
La política es pragmatica, se trata de hacer, no de creer.
Si no tienes nada tangible que ofrecer y solo discursos raja-ano-del-bando-contrario es mejor que cedas tu cupo a quien sí pueda justificar los 10 palos mensuales que les pagamos.