Cerca de mi oficina había una vieja califa con un carrito y vendía con cuea sopaipillas frias y hueás envasadas, además era típico el día en que no abría, pero lo peor era que atendía ‘coqueta’. Al final no fue más.
Este año se puso un carrito nuevo y todo para mejor: abren siempre, preparan todo en el momento y la atención es respetuosa. Todos los compro una marraqueta queso palta.